“En México tenemos instalados 300 millones de tubos fluorescentes, aproximadamente; de ellos una tercera parte dejará de funcionar en el transcurso de un año y su fin serán los basureros municipales, sin el manejo adecuado -declara José R. Brito-. Las empresas con cierta conciencia ecológica tienen espacios para su almacenamiento pero no saben qué hacer con esas lámparas, mientras que otras las incineran, sin saber el daño que hacen al ambiente por que los vapores que se desprenden de la combustión se van directamente a la atmósfera y cubren un radio de 200 kilómetros, en los que contaminan lagos, ríos, terrenos y el mismo aire”.
El licenciado José Brito es director General de Servicios y Soluciones Energéticas (SESESA), empresa que ha buscado hacer conciencia en la importancia del manejo adecuado de tubos fluorescentes de desecho, tanto en las empresas fabricantes, como autoridades gubernamentales y el público en general.
Riesgo a la saludTodas las lámparas fluorescentes contienen una pequeña cantidad de mercurio mezclado con argón en forma de vapor, el cual dirige el flujo de la corriente eléctrica dentro del tubo; el mercurio tiene un sinnúmero de efectos sobre el organismo humano, principalmente en el cerebro, ya que afecta los procesos cognitivos (de aprendizaje), propicia alteraciones en la personalidad, temblores, cambios en la visión, sordera, falta de coordinación de músculos y pérdida de memoria. Cuando un tubo fluorescente se rompe, se liberan vapores de mercurio mezclados con argón capaces de contaminar 30 mil litros de agua.
En nuestro país, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente define como materiales peligrosos a los elementos, sustancias, compuestos, residuos o mezclas de ellos que, independientemente de su estado físico, representen un riesgo para el ambiente, la salud o los recursos naturales, por sus características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas, inflamables o biológico-infecciosas; la misma Ley, en su artículo 150, menciona que los materiales y residuos peligrosos deberán ser manejados de acuerdo a su uso, recolección, almacenamiento, transporte, re-uso, reciclaje, tratamiento y disposición final.
A su vez, en las Leyes Ambiental y de Residuos del Distrito Federal, así como en la Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos y su Reglamento, no se tipifica a las lámparas como residuo de manejo especial, por ello se promueve que sean clasificadas como residuos peligrosos, con el afán que desde su recolección exista un método y/o procedimiento apropiado para su posterior disposición final.
Por su parte, la NOM-052-ECOL-2005 indica que para lograr el manejo integral, ambientalmente adecuado, económicamente viable, tecnológicamente factible y socialmente aceptable de los residuos, es necesaria la participación informada, organizada y co-responsable de todos los sectores, ya sean públicos, privados o sociales, lo cual implica un cambio cultural de gestión de los residuos.
Para poner en práctica la aplicación de la responsabilidad compartida, pero diferenciada, de todos los sectores, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos ha introducido como instrumento el Plan de Manejo de Residuos, a través del cual los generadores (sean del sector público, privado o social) deberán adoptar medidas para evitar la generación de residuos, aprovechar aquellos susceptibles de reutilización, reciclado o de transformación en energía, y para tratar o confinar aquellos que no se puedan valorizar.
Asimismo, las disposiciones regulatorias (leyes, reglamentos y normas), establecen pautas de conducta a evitar y medidas a seguir para lograr dicho manejo seguro a fin de prevenir riesgos, a la vez que fijan límites de exposición o alternativas de tratamiento y disposición final para reducir su volumen y peligrosidad. Complementan las medidas regulatorias, manuales, guías, lineamientos, procedimientos y métodos de buenas prácticas de manejo de los residuos peligrosos, así como la divulgación de información, la educación y la capacitación de quienes los manejan.
La recolección de los residuos peligrosos de las unidades generadoras, será con vehículos debidamente autorizados por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (S.C.T.) y por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, para los traslados, su acondicionamiento y disposición final con un tratador externo que cuente con las autorizaciones para esta actividad por parte de la misma Secretaría.
Nadie cumple
“En 2003 se dan a conocer las sanciones a las que se puede hacer acreedor quien no haga uso adecuado a las lámparas fluorescentes de desecho -acota José Brito-, pero en realidad ninguna autoridad supervisa ni verifica. Los tubos se siguen tirando a la basura porque eso no cuesta dinero, y dar el tratamiento adecuado si implica una inversión. Nosotros ofrecemos una solución viable de trituración y confinamiento de residuos de las lámparas, incluso en el sitio en el que se almacenan”.
“En 2003 se dan a conocer las sanciones a las que se puede hacer acreedor quien no haga uso adecuado a las lámparas fluorescentes de desecho -acota José Brito-, pero en realidad ninguna autoridad supervisa ni verifica. Los tubos se siguen tirando a la basura porque eso no cuesta dinero, y dar el tratamiento adecuado si implica una inversión. Nosotros ofrecemos una solución viable de trituración y confinamiento de residuos de las lámparas, incluso en el sitio en el que se almacenan”.
SESESA brinda asistencia integral de recolección, almacenamiento, manejo y disposición final de tubos fluorescentes que hayan terminado su vida útil. Asimismo, cuenta con servicio de tratamiento “in situ”, para lo cual dispone de un equipo triturador que puede ser llevado a las instalaciones que elija quien lo contrate.
José Brito explica a Iluminet que se trata de un sistema en el que dentro de un contenedor de acero de 200 litros (sellado) se trituran lámparas y tubos fluorescentes utilizando una cadena de metal; al mismo tiempo, mediante un innovador sistema de aspersión se genera vacío, y utilizando filtros con carbón activado y bolsas expandidas se acopian mínimos pedazos de cristal, vapor de mercurio y polvo de fósforo.
“En cada contenedor podemos triturar aproximadamente 600 tubos, y el compendio, perfectamente sellado, es transportado y enterrado en un sitio designado para ello en el Estado de México por parte de las autoridades sanitarias. Al concluir la operación se extiende a la empresa a la que se ha otorgado el servicio una constancia de manifestación ambiental que las mismas autoridades ambientales avalan.
“Empresas, escuelas, hospitales, comercios y muchos más tienen como argumento que confinar significa un desembolso y nosotros lo tomamos de una manera distinta; por ejemplo, al fabricante le decimos que una lámpara que cuesta 7 o 9 pesos, rinde 10 mil horas de vida, a $2.00 kw/hora, el producto se significa en $18,000.00, y confinarlo tiene un costo de $7.00. Es considerable el margen de ganancia.
“Más allá del aspecto económico, los residuos peligrosos requieren de un control estricto en su manejo, a fin de cumplir con la normatividad aplicable, y lo que es más importante, evitar daños a la salud y al medio ambiente”.
Finalmente, José Brito comenta a Iluminet que autoridades gubernamentales trabajan en más acciones para el buen manejo de los tubos fluorescentes de desecho, entre ellas el Fideicomiso para el de Ahorro de Energía Eléctrica, el cual pondrá en marcha un programa en el que se autorizará la compra de estos productos sólo si se entregan los que han concluido su vida útil. “Nuestra empresa ha propuesto a la misma entidad brindar incentivos económicos a las empresas que confinen ecológicamente esta lámparas en desuso.
“De igual forma propugnamos por crear centros de acopio en las principales ciudades del país y poco a poco hacer lo mismo en los municipios. Por fortuna cada vez hay más difusión sobre el manejo de residuos, por ejemplo, en las escuelas les enseñan a los niños los riesgos en el desecho irresponsable de las pilas y eso es muy importante. Sin embargo, todavía hay mucho qué hacer”, concluye.